Quien gobierna un país si no es buena persona debe ser al menos
competente y para ello debe conocer ese país, empezando por la historia.
En el Reino de España la historia, siempre una interpretación
interesada de un modo u otro, es puro mito, empezando por esos míticos
“quinientos años de existencia, coexistencia y concordia etc” y se
olvida y oculta interesadamente la más reciente.
En 1951 tuvo lugar en Barcelona la primera disidencia al régimen de
Franco tras la guerra, la huelga de tranvías. Durante días los
ciudadanos se desplazaron a sus trabajos y ocupaciones a pie y los
tranvías permanecieron vacíos, el motivo fue que el Gobierno subió el
precio del billete en esa ciudad y, en cambio, conservó el precio en
Madrid.
No fue una reivindicación de tipo sindical sino cívica ante una
discriminación centralista y fue tan pacífica como firme, el gobernador
civil envió a la Guardia Civil que provocó muertes y el conflicto
finalizó con la destitución del gobernador y el alcalde y la anulación
de la subida del billete.
Eso lo ignora este Gobierno salido de una cueva de parásitos del estado,
ignora y desprecia a Catalunya. El gobierno no está sólo, es cierto,
con él está ese núcleo de poder de la corte en que se entremezclan
rinconetes, cortadillos y todo tipo de pillos que chupan del estado la
riqueza que creamos los demás.
Un núcleo que se ha ido endureciendo en
los últimos diez años y del que son portavoces acérrimos los medios de
comunicación madrileños. Con esa corte madrileña codiciosa y enloquecida
que jalea al Gobierno es imposible el diálogo, es una realidad que hay
que asumir.
Pero hace mucho tiempo que Rajoy no es reconocido como presidente de un
gobierno suyo por la gran mayoría de los catalanes y sin autoridad moral
no se puede gobernar en democracia, por mucha ley que se invoque.
También Franco tenía leyes, jueces y fiscales, las leyes no tienen valor
por si mismas, su fuerza nace o del poder militar o de la autoridad
moral que le confiere la ciudadanía. Y en Catalunya la ciudadanía hace
tiempo que no le reconoce poder moral al Tribunal Constitucional ni a
las leyes de este estado.
Ante esa situación Rajoy, desesperado, ha hecho visible al mundo su
impotencia política y su cultura antidemocrática ocupando Catalunya con
policía militarizada y deteniendo ciudadanos. Demostró que el único
control que tiene sobre la ciudadanía de ese territorio es por la
fuerza.
Tras la apropiación que hizo este gobierno de las instituciones
del estado, empezando por la Justicia, y tras la utilización ahora de la
policía contra la ciudadanía, cuando debería protegerla, el estado
español y sus instituciones ya no son reconocidas por la ciudadanía
catalana.
Sólo cabe avanzar en la ocupación policial y militar.
El President Puigdemont en una entrevista en TV3 hace unos días, ante la
forma en que el Gobierno condujo este conflicto, ya no reconocía como
interlocutor a Mariano Rajoy para un diálogo político, ahora le
corresponde hacer lo mismo a los representantes de los partidos que se
consideren democráticos, que no acepten que la política es la
utilización partidista del estado contra la población.
Era evidente que
la estrategia del Partido Popular de utilizar a Catalunya como un
instrumento de agitación españolista en beneficio propio comprometía el
sistema político español y al mismo estado, sólo la ignorancia supina de
la corte y el menosprecio a Catalunya podía explicar que los demás
partidos no comprendiesen que ése era un camino fatal. ¿Qué hará ahora
el PSOE? ¿Y el PNV?
Como en la huelga de tranvías de 1951 el nervio y la resistencia cívica
de la sociedad catalana venció a la fuerza bruta de los militares que
habían vencido antes por las armas. Nuevamente un gobierno ha enviado
armas y policía militarizada y esta vez sí es verdad que son verdaderas
fuerzas de ocupación, el incivismo cavernario de la corte no comprende
hasta que punto esas armas son una ofensa a la pacífica sociedad
catalana.
También esta vez ese gobierno será derrotado por la
resistencia pacífica ciudadana. Ya lo está, ha cruzado el límite de la
cordura y está enloquecido. Rajoy y ese partido corrupto hasta lo
inimaginable ya están en el basurero de la historia.
Mientras, ¿cuántas horas o días esperará la Unión Europea para proteger
los derechos civiles de la ciudadanía catalana que garantiza la
Constitución Europea? ¿Caben las ocupaciones militares en esta Europa?
Suso del Toro, en ara.cat
No hay comentarios:
Publicar un comentario
GRACIAS POR TU OPINION-THANKS FOR YOUR OPINION